Terminamos, a veces, siendo justamente eso que no pretendemos llegar a ser. Resistimos, nos negamos, rebotamos y caemos justo en el mismo lugar, el lugar al que no queríamos llegar.
Después de todo aquello que odiamos en el fondo nos termina gustando. Nos acomodamos ahí, y ahí nos quedamos, permanecemos, nos amoldamos. Yo me amoldo, aunque
el resto de las cosas jamás se amolden a mí.
Es lindo, es feo, aunque en el fondo uno sabe que el final va a doler.
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